jueves, 17 de octubre de 2013

Resumen: "Leviatan" de Hobbes.


Los hombres son iguales por naturaleza. De la igualdad nace la desconfianza, esta es la causa de que si dos hombres desean la misma cosa y en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos. De aquí que un agresor no teme otra cosa que el poder singular de otro hombre. De la desconfianza, la guerra. Así hallamos en la naturaleza del hombre tres causas principales de discordia: Primera la competencia, la segunda la seguridad y tercera la reputación. Fuera del estado civil siempre hay guerra los unos contra los otros, la guerra no consiste en la lucha actual, sino en la disposición manifiesta de ella durante todo el tiempo que no hay seguridad. En semejante guerra nada es injusto, es una guerra de todos contra todos. Todo ello puede afirmarse de esa miserable condición en que el hombre se encuentra por obra de la naturaleza, si bien tiene una posibilidad de superar ese estado, en parte por sus pasiones, en parte por su razón. Las pasiones que inclinan a los hombres a la paz, estas son el temor a la muerte, el deseo de las cosas que son necesarias para una vida confortable y la esperanza de obtenerlas mediante trabajo. La razón sugiere adecuadas normas de paz a las que se puede llegar por mutuo consenso.
·         El DERECHO DE NATURALEZA, lo que los escritores llaman comúnmente jus naturale, es la libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder como quiera, para la conservación de su propia naturaleza, es decir, de su propia vida; y por consiguiente, para hacer todo aquello que su propio juicio y razón considere como los medios más aptos para lograr ese fin. 
·         Por LIBERTAD se entiende, de acuerdo con el significado propio de la palabra, la ausencia de impedimentos externos, impedimentos que con frecuencia reducen parte del po­der que un hombre tiene de hacer lo que quiere; pero no pueden impedirle que use el poder que le resta, de acuerdo con lo que su juicio y razón le dicten. (...)La ley fundamental de naturaleza. La condición del hombre (tal como se ha manifestado en el capítulo precedente) es una condición de guerra de todos contra todos, en la cual cada uno está gobernado por su propia razón, no existiendo nada, de lo que pueda hacer uso, que no le sirva de instrumento para proteger su vida contra sus enemigos. De aquí se sigue que, en semejante con­dición, cada hombre tiene derecho a hacer cualquiera cosa, In­cluso en el cuerpo de los demás. Y, por consiguiente, mientras persiste ese derecho natural de cada uno con respecto a todas las co­sas, no puede haber seguridad para nadie (por fuerte o sabio que sea) de existir durante todo el tiempo que ordinariamente la Naturaleza permite vivir a los hombres.
De aquí resulta un precepto o regla general de la razón, en virtud de la cual, cada hombre debe esforzarse por la paz, mientras tiene la esperanza de lograrla; y cuando no puede obtenerla, debe buscar y utilizar todas las ayudas y ventajas de la guerra. La primera fase de esta regla contiene la ley primera y fundamental de naturaleza, a saber: buscar la paz y seguirla. La segunda, la suma del derecho de naturaleza, es decir: defendernos a nosotros mismos, por todos los medios po­sibles. Segunda ley de naturaleza. De esta ley fundamental de naturaleza  mediante la cual se ordena a los hombres que tiendan ha­cia la paz, se deriva esta segunda ley: que uno acceda, si los demás consienten también, y mientras se considere necesario para la paz y defensa de sí mismo, a renunciar este derecho a todas las cosas y a satisfacerse con la misma libertad, frente a los demás hombres, que les sea concedida a los demás con respecto a él mis­mo. En efecto, mientras uno mantenga su derecho de hacer cuanto le agrade, los hombres se encuentran en situación de guerra. Y si los demás no quieren renunciar a ese derecho como él, no existe razón para que nadie se despoje de dicha atribución, porque ello más bien que disponerse a la paz significaría ofrecerse a sí mismo como presa (a lo que no está obligado ningún hombre). Tal es la ley del Evangelio: Lo que pretendáis que los demás os hagan a vosotros, hacedlo vosotros a ellos. Y esta otra ley de la humanidad entera: Quod tibi fieri non vis, alteri ne feceris. Qué es renunciar un derecho. Renunciar un derecho a cierta cosa es despojarse a sí mismo de la libertad de impedir a otro el beneficio del propio derecho a la cosa en cuestión. En efecto, quien renuncia o abandona su derecho, no da a otro hombre un derecho que este último hombre no tuviera antes. No hay nada a que un hombre no tenga derecho por naturaleza: solamente se aparta del camino de otro para qué éste pueda gozar de su propio dere­cho original sin obstáculo suyo y sin impedimento ajeno. Así que el efecto causado a otro hombre por la renuncia al derecho de alguien, es, en cierto modo, disminución de los impedimentos para el uso de su propio derecho originario. Qué es la renuncia a un derecho. Se abandona un derecho bien sea por simple renunciación o por transferencia a otra persona.  Por simple renunciación cuando el sedente no se preocupa de la persona beneficiada por su renuncia.
·         La TRANSFERENCIA de un derecho es cuando desea que el beneficio recaiga en una o varias personas determinadas. Cuando una persona ha abandonado o trans­ferido su derecho por cualquiera de estos dos modos, dícese que está OBLIGADO o LIGADO a no impedir el beneficio resultante a aquel a quien se concede o abandona el derecho. 
·         El CONTRATO  es la mutua transferencia de derechos entre los hombres .El fin del ESTADO es la seguridad. La causa final es el cuidado de la propia conservación y el logro de una vida más armónica.  Las leyes de naturaleza son por sí mismas cuando no existe el temor a un determinado poder que motive su observancia. Si no se ha instituido un poder o no es suficientemente grande para nuestra seguridad para protegerse contra los demás hombres. Entonces los hombres no observaban otras leyes que las leyes del honor, que consistían en abstenerse de la crueldad.
·         La buena convivencia de los hombres es solo buena si se llama a un PACTO, es artificial. El único camino para erigir semejante bien común  capaz de defenderlos y de nutrirlos con los frutos de la tierra, es conferir todo su poder y fortalecer a un hombre o grupo de hombres que representen la personalidad y aseguren la paz y la seguridad comunes.
El Leviatán parte de la transferencia de los derechos individuales a un poder absoluto, es decir al ESTADO que mediante el CONTRATO SOCIAL, elimina el peligro de una guerra de todos contra todos que se deriva de la condición libre del hombre en el estado de la naturaleza.






                                         

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