Los hombres son iguales por naturaleza. De la igualdad nace
la desconfianza, esta es la causa de que si dos hombres desean la misma cosa y
en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos. De aquí que
un agresor no teme otra cosa que el poder singular de otro hombre. De
la desconfianza, la guerra. Así hallamos en la naturaleza del
hombre tres causas principales de discordia: Primera la competencia, la segunda
la seguridad y tercera la reputación. Fuera del estado
civil siempre hay guerra los unos contra los otros, la guerra no
consiste en la lucha actual, sino en la disposición manifiesta de
ella durante todo el tiempo que no hay seguridad. En semejante guerra nada es
injusto, es una guerra de todos contra todos. Todo ello puede afirmarse de
esa miserable condición en que el hombre se encuentra por obra de la
naturaleza, si bien tiene una posibilidad de superar ese estado, en parte por
sus pasiones, en parte por su razón. Las pasiones que inclinan a los
hombres a la paz, estas son el temor a la muerte, el deseo de las cosas que son
necesarias para una vida confortable y la esperanza de obtenerlas
mediante trabajo. La razón sugiere adecuadas normas de paz a las
que se puede llegar por mutuo consenso.
·
El DERECHO DE NATURALEZA, lo que los escritores
llaman comúnmente jus naturale, es la libertad que cada hombre tiene de
usar su propio poder como quiera, para la conservación de su propia naturaleza,
es decir, de su propia vida; y por consiguiente, para hacer todo aquello que su
propio juicio y razón considere como los medios más aptos para lograr ese
fin.
·
Por LIBERTAD se entiende, de acuerdo con el
significado propio de la palabra, la ausencia de impedimentos externos,
impedimentos que con frecuencia reducen parte del poder que un hombre tiene de
hacer lo que quiere; pero no pueden impedirle que use el poder que le resta, de
acuerdo con lo que su juicio y razón le dicten. (...)La ley fundamental de
naturaleza. La condición del hombre (tal como se ha manifestado en el capítulo
precedente) es una condición de guerra de todos contra todos, en la cual cada
uno está gobernado por su propia razón, no existiendo nada, de lo que pueda
hacer uso, que no le sirva de instrumento para proteger su vida contra sus
enemigos. De aquí se sigue que, en semejante condición, cada hombre tiene
derecho a hacer cualquiera cosa, Incluso en el cuerpo de los demás. Y, por
consiguiente, mientras persiste ese derecho natural de cada uno con
respecto a todas las cosas, no puede haber seguridad para nadie (por fuerte o
sabio que sea) de existir durante todo el tiempo que ordinariamente
la Naturaleza permite vivir a los hombres.
De aquí resulta un precepto o regla general
de la razón, en virtud de la cual, cada hombre debe esforzarse por la paz,
mientras tiene la esperanza de lograrla; y cuando no puede obtenerla, debe
buscar y utilizar todas las ayudas y ventajas de la guerra. La primera
fase de esta regla contiene la ley primera y fundamental de naturaleza, a
saber: buscar la paz y seguirla. La segunda, la suma del derecho de naturaleza,
es decir: defendernos a nosotros mismos, por todos los medios posibles. Segunda
ley de naturaleza. De esta ley fundamental de naturaleza mediante la
cual se ordena a los hombres que tiendan hacia la paz, se deriva esta segunda
ley: que uno acceda, si los demás consienten también, y mientras se considere
necesario para la paz y defensa de sí mismo, a renunciar este derecho a todas
las cosas y a satisfacerse con la misma libertad, frente a los demás hombres,
que les sea concedida a los demás con respecto a él mismo. En efecto, mientras
uno mantenga su derecho de hacer cuanto le agrade, los hombres se
encuentran en situación de guerra. Y si los demás no quieren renunciar a ese
derecho como él, no existe razón para que nadie se despoje de dicha atribución,
porque ello más bien que disponerse a la paz significaría ofrecerse a sí mismo
como presa (a lo que no está obligado ningún hombre). Tal es la ley del
Evangelio: Lo que pretendáis que los demás os hagan a vosotros, hacedlo vosotros
a ellos. Y esta otra ley de la humanidad entera: Quod tibi fieri non
vis, alteri ne feceris. Qué es renunciar un derecho. Renunciar un derecho
a cierta cosa es despojarse a sí mismo de la libertad de impedir a otro el
beneficio del propio derecho a la cosa en cuestión. En efecto, quien renuncia o
abandona su derecho, no da a otro hombre un derecho que este último hombre no
tuviera antes. No hay nada a que un hombre no tenga derecho por naturaleza:
solamente se aparta del camino de otro para qué éste pueda gozar de su propio
derecho original sin obstáculo suyo y sin impedimento ajeno. Así que el efecto
causado a otro hombre por la renuncia al derecho de alguien, es, en cierto
modo, disminución de los impedimentos para el uso de su propio derecho
originario. Qué es la renuncia a un derecho. Se abandona un derecho bien sea
por simple renunciación o por transferencia a otra persona. Por simple renunciación cuando
el sedente no se preocupa de la persona beneficiada por su renuncia.
·
La TRANSFERENCIA de un derecho es cuando desea
que el beneficio recaiga en una o varias personas determinadas.
Cuando una persona ha abandonado o transferido su derecho por cualquiera de
estos dos modos, dícese que está OBLIGADO o LIGADO a no impedir el beneficio
resultante a aquel a quien se concede o abandona el derecho.
·
El CONTRATO es la mutua transferencia de
derechos entre los hombres .El fin del ESTADO es la seguridad. La causa
final es el cuidado de la propia conservación y el logro de una vida más armónica.
Las leyes de naturaleza son por sí mismas cuando no existe el temor a un
determinado poder que motive su observancia. Si no se ha instituido un poder o
no es suficientemente grande para nuestra seguridad para protegerse contra
los demás hombres. Entonces los hombres no observaban otras leyes que
las leyes del honor, que consistían en abstenerse de la crueldad.
·
La buena convivencia de los hombres es solo
buena si se llama a un PACTO, es artificial.
El único camino para erigir semejante bien común capaz de
defenderlos y de nutrirlos con los frutos de la tierra, es conferir todo su
poder y fortalecer a un hombre o grupo de hombres
que representen la personalidad y aseguren la paz y la
seguridad comunes.
El Leviatán parte de la transferencia de los derechos
individuales a un poder absoluto, es decir al ESTADO que mediante el CONTRATO
SOCIAL, elimina el peligro de una guerra de todos contra todos que se deriva de
la condición libre del hombre en el estado de la naturaleza.
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